LAS CASAS

Las casas son como cosas raras que se ponen en tu camino, recuerdo tantas y me he aferrado a tan pocas o mejor dicho a escurridizos rincones es como si se negaran a convivir conmigo y ellas se mandaran solas, sé que exagero, porque claro quizás soy yo la desadaptada. He vivido en cuatro ciudades diferentes y me parece que en todos estos lugares, ya sea sola acompañada, con perro, plantas o peluches de felpa, he desperdigado lo mejor y lo peor de mí, es decir siempre como que lucho, lucho por quedarme, pero inaguantablemente me condeno a salir de allá o acá, creo que las casas son entes que viven a pesar de sus habitantes, que pueden hasta hacerte parecer zombies. De vez en cuando, los cambio y he tratado de buscar nuevos hogares, es que nunca he hallado mi lugar, quizás el baño de una casa me confortó: en un día en que el verano arreciaba en stgo, y yo leía nada más, colocaba los diarios, las revistas de libros, las del domingo, los almanaques de años pasados, una novela rusa y uno que otro episodio de mi vida en el suelo, así pasaba las tardes calurosas, aprehendiendo más de lo necesario, es decir haciéndome lavados de consciencia en torno a cómo iba a estar a la noche o si me decidiría a salir la mañana siguiente aunque eso fuera puro hacerse daño por las caminatas intensas que realizaba, quería caminar por el máximo de lugares de la ciudad.